​La última mitad del 2018 fue un momento difícil para la Iglesia católica. El abuso clerical nuevamente se ha mostrado en toda su crudeza, y la magnitud e índole de lo que se ha revelado, ha sacudido a muchas personas hasta lo más profundo del corazón. Para todos los que procuran cultivar la virtud de la castidad en sus propias vidas, por imperfectos que sean, hay una profunda sensación de traición que viene con saber que algunos sacerdotes y obispos han abandonado habitualmente estos principios, además de que a algunos sacerdotes y obispos les ha faltado el valor para decir algo cuando se enteraron o sospecharon que existían estos abusos de poder y confianza, y de los estilos de vida contrarios a los votos, entre sus compañeros del clero.

Irónicamente, sin duda no fue por coincidencia, que en el mismo momento en que salía a la luz la inmensidad de esto, en lo que algunas personas ahora llaman el “Verano Infernal”, también hubo una señal de gran esperanza, en el encuentro realizado en el Sur de California, al cual asistieron 750 personas, provenientes de 36 estados y seis países, que vinieron para comprender mejor, celebrar y aumentar su fidelidad a las enseñanzas católicas sobre la sexualidad moral y el designio de Dios para el amor y la vida.

A diferencia de otras denominaciones cristianas, la Iglesia católica nunca ha vacilado en sus enseñanzas claras sobre el llamado universal a la castidad, correspondiente a nuestra vocación individual y situación de vida: “ya que el hombre no puede hallar la verdadera felicidad, a la que aspira con todo su ser, más que en el respeto de las leyes grabadas por Dios en su naturaleza y que debe observar con inteligencia y amor”. Humanae Vitae 31 La mentira más grande, que nos tienta a todos, nos dice que se puede encontrar la felicidad y la realización fuera de esta verdad. Y aunque la Iglesia católica jamás ha vacilado en esta convicción, ha tenido serios tropezones, por décadas, en su proclamación clara y valiente, e invitación a todos a que vivan la castidad en sus propias vidas. No es casualidad, que en el preciso momento en que sentimos el agobio de descubrir la inmensidad de las faltas cometidas por las personas a cargo de enseñar estos principios, que también se nos recordó la solución, con el entusiasmo y la alegría de las personas que se reunieron para celebrar el 50 aniversario de Humanae Vitae. Esa enseñanza, conjuntamente con
las anteriores encíclicas de Familiaris Consortio y Casti Cannubi, bellamente afirmaron la doctrina de la Iglesia que data de 2000 años. Es decir, el don proveniente de Dios de nuestra maravillosa capacidad sexual, diseñada por Él, únicamente para un hombre y mujer unidos en matrimonio, y luego solamente dentro del abrazo matrimonial de las relaciones sexuales naturales, que siempre son unitivas y abiertas a la vida.

La vía para la sanación de este descubrimiento sobre el abuso y la seducción de la mentira, tendrá múltiples dimensiones, pero DEBERÁ incluir reformas fundadas en un renovado compromiso con las bellas e intemporales enseñanzas acerca del don de la sexualidad.

Creemos—que la sanación y el camino a seguir deberá incluir un nuevo compromiso para vivir castamente, por parte de los clérigos, obispos, y por los católicos laicos por igual.

Creemos—que las personas tienen el derecho de esperar que todos los programas y enseñanzas que provengan de la Iglesia católica proclamen fiel y claramente estas enseñanzas, y que la ambigüedad…o el silencio… o la absoluta contradicción de éstos… es lo mismo que abandonar a nuestra gente ante el dolor de la mentira de que la felicidad se puede encontrar fuera de estas verdades.

Como organización de personas comprometidas con estas verdades, manifestamos nuestra gratitud a los laicos y clérigos heroicos (sacerdotes, diáconos, y obispos) que han perseverado en la proclamación de estas enseñanzas, con claridad, caridad, y amor, y que han sido un luminoso ejemplo de la verdad, la esperanza y la compasión auténtica.

Hacemos un llamado a todas las personas que tienen la responsabilidad de ser líderes y formadores—laicos y clérigos (sacerdotes, diáconos, y obispos)—para que procuren crecer en su comprensión y compromiso respecto a las antiguas y universales enseñanzas de la Iglesia católica sobre la castidad y la moralidad sexual, abracen estas enseñanzas en sus propias vidas e intégrenlas en la atención pastoral que brindan a otros con un renovado vigor. Nos comprometemos a usar nuestros recursos para apoyar y asistir a las personas en esta travesía, camino que humildemente recorremos también. Invitamos a las personas que no puedan alinear sus vidas y creencias personales con el llamado a la castidad y a las
enseñanzas de la Iglesia católica, a que renuncien a sus papeles de liderazgo, ya que las personas a quienes sirven merecen que se les presente la riqueza plena de la fe católica, sin reservas.

Nos consagramos nuevamente al servicio de estas verdades.

RECOMENDACIONES ESPECÍFICAS
Nuestra experiencia de 25 años de servicio a estos temas nos inspiran a proponer algunos compromisos básicos y concretos, como componentes esenciales para el camino de sanación que todos emprendemos, y consideramos que éstos son fundamentales para enderezar este recorrido:

~ Las parejas comprometidas que se preparan para su matrimonio en la Iglesia católica tienen el derecho de recibir la plenitud de las enseñanzas católicas sobre el amor conyugal, de parte de líderes que, por sí mismos, conocen y profesan su creencia en estas enseñanzas.

~ Todo ministerio de la Iglesia católica debe reflejar las verdaderas enseñanzas de la Iglesia, y los clérigos y laicos que sean asalariados o voluntarios en estos ministerios deberán, ellos mismos, recibir formación en las enseñanzas de la Iglesia, la oportunidad de profesar su creencia en estas enseñanzas, y esforzarse por dar testimonio de éstas por la manera en que viven sus vidas personales (RICA, Pastoral Juvenil, Encuentro de Parejas Comprometidas, Encuentro Matrimonial, Educación Católica, Hospitales Católicos, Caridades Católicas, etc.)

~ Los que se preparan para su ordenación, como diáconos permanentes o sacerdotes, tienen el derecho a recibir una formación llevada a cabo de forma clara y con convicción en las verdaderas enseñanzas de la Iglesia católica, por instructores que personalmente profesen creer en éstas, y procuren vivirlas.

~ Los educadores católicos y catequistas que asisten a los congresos educativos auspiciados por la Iglesia católica deberían tener la expectativa razonable de que todo presentador claramente represente las enseñanzas de la Iglesia católica, y que él/ella profese su creencia personal en éstas.

COMPROMISO DE CANFP
Nos comprometemos a apoyar estas políticas y ofrecemos nuestra experiencia para proveer los siguientes servicios que ayudarán en esta reforma:

~ Brindando a los miembros del clero convocatorias y programas de días de estudio sobre el matrimonio y la sexualidad.

~ Proveyendo cursos de 1 a 5 días para complementar la educación de los seminaristas y diáconos en formación.

~ Servicios de asesoría para asistir a las diócesis en la capacitación y servicios en el campo de la moralidad sexual, la PFN, etc.

~ Presentadores para los eventos y programas parroquiales y diocesanos, reuniones de los miembros del clero, escuelas, etc.

~ Consultas con los hospitales católicos, para la elaboración de programas que provean servicios para la PFN y servicios médicos para restaurar la salud reproductiva.

~ Presentadores para las rondas mayores en los hospitales católicos

~ Desarrollo de recursos para ayudar a las parroquias a compartir estas verdades con su comunidad parroquial.

~ Consultas continuas con y para servir a los directores del respeto a la vida y vida familiar de las diócesis de California.

~ Brindando apoyo y educación continua a profesionales (instructores de la PFN, miembros del clero, médicos, etc.), proporcionando servicios a las mujeres y parejas que proveen las herramientas para vivir estos principios, y para las mismas mujeres y parejas, mediante los medios sociales, conferencias, publicaciones, etc.

~ Remisión a servicios dentro de California, y asesoría para las personas que buscan información y servicios.

COSTO
A lo largo de los años, la objeción a cualquier propuesta de que todas las personas que enseñan, aconsejan, y hablan en nombre de la Iglesia católica, personalmente profesen su creencia en estas enseñanzas, y se esfuercen por vivirlas, han sido de dos tipos:
1) La previsión de desobediencia y rechazo de la expectativa de que estas normas morales sean un requisito, y
2) La preocupación de que si se impone esta expectativa, no se contará con suficientes personas para ocupar estos puestos, y por consiguiente, no se podrán ofrecer servicios y programas importantes.

Hemos visto indicios de lo primero cuando se les ha pedido a representantes de la Iglesia católica que acepten las declaraciones que articulan la doctrina de la Iglesia católica en torno a la moralidad sexual. La segunda es una posibilidad real, aunque es teórica, ya que hasta donde sabemos, esto nunca se ha implementado en ninguna diócesis en California. Desde luego que podría haber menos programas disponibles, y obstáculos que superar.

Lo que sí sabemos, es que el no esperar que estas enseñanzas católicas se enseñen de forma consistente y con claridad y compasión, por personas que profesan creer en éstas, ha:
1) resultado en dos generaciones de católicos formados de manera deficiente y
2) propiciado un entorno, dentro de la Iglesia católica, que a veces es hostil hacia las personas que sí profesan estas creencias y que ofrecen sus servicios en la pastoral, por parte de aquellos que ocupan puestos de autoridad y rechazan estas enseñanzas, y
3) contribuido significativamente a la actual crisis en la Iglesia católica.

EN CONCLUSIÓN
Por último, pero de mucha importancia, alentamos a todas las personas que sí profesan creer en las enseñanzas de la Iglesia católica sobre la fe y la moral, y quienes se esfuerzan por vivir estas enseñanzas en sus propias vidas, a que generosamente ofrezcan sus servicios a la Iglesia en los ministerios parroquiales y diocesanos, así como en las escuelas y hospitales católicos, y servicios sociales.

La yuxtaposición del descubrimiento del flagrante abandono de la castidad, de parte de algunos miembros del clero y obispos, con la imagen de 750 personas que felizmente acogieron la oportunidad de estar mejor preparados para vivir y compartir el llamado a la castidad, nos lleva a la solución —una solución que empieza con cada uno de nosotros.

Atentamente a su servicio, El Consejo Ejecutivo de la Asociación de Planificación Familiar Natural de California